Eden Hazard por fin disfrutó como jugador del Real Madrid. El belga necesitaba una noche así desde hacía mucho tiempo. Demasiados meses de frustraciones a su espalda que ha conseguido olvidar en Mendizorroza, donde hizo un golazo, pero sobre todo donde volvió a disfrutar jugando a la pelota, algo que ha hecho en muy pocas ocasiones vestido de blanco.
Zidane ha dejado claro que va a confiar en Hazard y, por el momento, está cumpliendo su palabra. Da igual que se siente en el banquillo o no, como ha sucedido en esta ocasión, ya que el coronavirus se lo ha impedido, que el galo pone a Eden. Lo ha hecho estando lejos de su mejor nivel, cuando sumaba poco y no era determinante. Y, posiblemente gracias a esa constancia, el ‘7’ ha podido vivir una de sus mejores noches como jugador del Real Madrid. Se puede decir que sólo ha sonreído como en Mendizorroza la temporada pasada en Ipurúa ante el Eibar.
Hazard encontró en Benzema a su mejor socio. Con el galo combinó en varias ocasiones y fue clave en su gol, ya que antes de que la pelota llegase a Karim, Eden se cruzó para tocarla con sutileza y despistar a la defensa del Alavés. El resto ya fue todo calidad del delantero madridista, que puso la pelota en la escuadra de la portería defendida por Pacheco.
El partido de Hazard iba a más y justo antes del descanso encontró el ansiado premio. El gol. Un tanto lleno de calidad que comenzó con un desmarque perfecto que Kroos vio e hizo bueno con un pase marca de la casa. Lo que vino después es pura clase. Un control sublime de Eden para pinchar la pelota en la frontal, levantar la cabeza y batir al portero del Alavés con un tiro cruzado.
Tras el paso por los vestuarios el Real Madrid perdió frescura ofensiva y Hazard brilló menos. No entró tanto en juego y su participación fue notablemente menor. Finalmente, su partido acabó pasada la hora al ser sustituido por Vinicius. El belga, que vio puerta casi dos meses después de su último gol, se dirigió a la banda sonriente, sabedor de que por fin había tenido una gran noche. Su deseo, el de Zidane, el del club y el del madridismo es que haya llegado para quedarse, ya que su calidad puede hacer crecer mucho a un equipo que todavía tiene por delante dos grandes retos: la Liga y la Champions.